Minorías creativas. La modernidad, como época que podemos marcar su inicio hacia finales del siglo XV alcanzó su máxima expresión a mediados del siglo XX. Esta época tiene dos soportes fundamentales: la confianza en la razón humana y la capacidad de transformación y progreso social. Al paso de las décadas la confianza en la razón se convirtió en un racionalismo basado en una razón instrumental y en positivismo científico. La capacidad de transformación generó proyectos ideológicos antropocéntricos que se fueron desligando de la realidad. Así, las luces que prometió esta época se convirtieron en grandes sombras, en ideologías totalitarias que sembraron por todo el mundo destrucción y muerte. La modernidad terminó derivando en una lógica de pensamiento unívoco y dogmático. Como reacción a ello, irá surgiendo la llamada posmodernidad, que busca escapar a los excesos que produjo la confianza excesiva en la razón y a los intentos de forzar un progreso a costa de las personas y del medio ambiente. La posmodernidad, en este sentido, parecía liberadora, sin embargo, se convirtió en un movimiento pendular donde se produjo ahora una profunda desconfianza en la razón y se generó un pesimismo respecto del ser humano y su futuro. Del pensamiento unívoco pasamos al pensamiento equívoco, del dogmatismo al relativismo, de las ideologías al pragmatismo y del totalitarismo al individualismo.
El paradigma ya no es la razón instrumental (aunque todavía quedan resabios de ella) sino que ahora prima el sujeto emotivo.
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